Un apretón de manos a tiempo: «Soledad», de Titoyaya Dansa

Jesús Peris Llorca

Reconozco que cuando fui al Teatro Rialto a ver Soledad, de Titotayaya Dansa, dirigido por Verónica García Moscardó y Gustavo Ramírez Sansano, lo hacía con cierto escepticismo. No acababa de entender el concepto de “danza inclusiva”, que me sonaba más a taller con aficionados que a un espectáculo de danza propiamente dicho en que uno va a ver el cuerpo llevando la expresión más allá de los límites del lenguaje. Además, al último espectáculo que recordaba de la compañía, Social animal, en el MIM de 2019, le encontré algún problema, que tenía básicamente que ver con la integración del texto y su carácter redundante en un espectáculo que en realidad ya había sido, si no figurativo, sí narrativo.

Pues bien, y voy a decirlo claramente antes de continuar: Soledad no sólo me gustó sino que me emocionó, y creo que ha convertido el problema de Social animal en virtud. Me gustó la integración del excelente texto de Xavier Puchades con lo que proponía el lenguaje del ritmo y de los cuerpos, y también de las coreografías y la escenografía. Creo que el espectáculo fluía, que las transiciones estaban en general muy bien logradas (tal vez repensaría la del apagón), y que la integración de bailarines y bailarinas de diferentes edades y orígenes, y la incorporación de voces y testimonios, visibilizaba cuerpos no normativos, y diferentes vivencias de ese problema social invisible que es la soledad, común a ancianos y ancianas y a inmigrantes salidos de los centros de menores al cumplir la edad legal. Memorable el momento en que dos cuerpos más jóvenes y dos más mayores reproducen con la mirada en la distancia los mismos movimientos. Y danza, hubo, por cierto, claro que hubo en este espectáculo fronterizo y multidisciplinar, a pesar de algunos comentarios captados al vuelo entre espectadores que salían del teatro y que no comparto. Llamo la atención, entre otros momentos excelentes, sobre el “testimonio” no verbal de Yacouba Gassama, cuya desarticulación del cuerpo ante la pregunta del entrevistador del programa de radio que funciona como hilo conductor resultó muy potente y expresiva y un ejemplo muy bueno de integración de texto y danza.

Me pareció excelente la escenografía, los espacios de fronteras transparentes que aislaban a los personajes, y la integración en ellos de los cuerpos en movimiento. Por señalar un pequeño problema: si, como era mi caso, la butaca en la que estaba ubicado era lateral derecha, uno de los bastidores impedía la visión completa del escenario. Me da la sensación de que el espectáculo está concebido un poco demasiado para una contemplación central y ello en teatros como el Rialto, con muy poco espacio entre la platea y el escenario, resulta en detrimento de los espectadores y espectadoras de los laterales.

En resumen: Como diría Rubén Darío, “cuánto calienta el alma una frase, un apretón de manos a tiempo”… Creo que se trata de un espectáculo muy recomendable y que además puede acercar el lenguaje de la danza a un público amplio. Y lo hace además con un mensaje potente y necesario, mostrando artísticamente vivencias y testimonios, comunicando así con el lenguaje verbal y no verbal de la emoción. Y es que en estos momentos pandémicos además, los bailes separados de personajes solitarios resonaban profundamente. Por ello el final con los abrazos intergeneracionales pero también interétnicos resultaba tremendamente conmovedor. El pueblo salva al pueblo, como es bien sabido. Titoyaya Dansa ha sabido mostrar muy bien que lo salva también de la soledad.

Teatro Rialto. Del 22 al 25 de abril de 2021

Dirección: Gustavo Ramírez Sansano y Verónica García Moscardó
Coreografía: Viviana Escalé y Gustavo Ramírez Sansano; Textos: Xavier Puchades; Espacio escénico: Luis Crespo; Música: VVAA; Intérpretes: Pepa Ruiz Morales, Jorge Alberto Sosa Sosa, Mamen Benlloch, Yacouba Gassama, Mouslem Mezzane, Djibril Barry/Wahidullah Allahnoor, Diana Huertas Cegarra, Verónica García Moscardó, Eduardo Zúñiga Jiménez, Itxasai Mediavilla Jiménez; Colabora: Isidro Andrés Ordaz, Ana Marqués, Glenda Vanessa Gonsalez, Ousmane Camara, José Sáez García; Diseño de iluminación: Emilio Lavarías y Mundi Gómez; Coordinación exposición fotográfica: Ernest Zurriaga; Documental: Nacho Carrascosa; Taller fotográfico: Nerea Coll; Regiduría: Yolanda García; Maquinaria: Santiago Montón; Producción: Titoyaya Dansa y En Dansa-Acció Comunitària; Distribución: a+, Soluciones Culturales; Entitades colaboradoras: Hogares Compartidos, Fundación Diagrama, Fundación Amigó, Fundación María Auxiliadora; Espectáculo seleccionado en el programa Art For Change 2020 – Fundació La Caixa.

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