Mireia Arjona Gomar

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605) es una novela escrita por Miguel de Cervantes Saavedra. Esta obra es la más relevante dentro del panorama literario español y una de las más importantes de la literatura universal, por eso es una de las más traducidas a nivel mundial. En ella se satiriza el modelo de escritura más empleado de la época: las novelas de caballerías. Para ello, el autor opta por la figura de «don Quijote», el protagonista, un hombre que ha enloquecido a causa de leer libros de caballería. Junto a él, su fiel amigo y escudero «Sancho Panza», el cual ve la realidad tal y como es, motivo por el que discutirán en diferentes ocasiones durante las aventuras que les van a acontecer.
La popularidad de esta novela es evidente, ya que, aunque alguien no se la haya leído o no sepa su argumento, cualquiera conoce cómo empieza la historia: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme… Por este motivo, puede haber sido representada a lo largo de los años en una gran diversidad de adaptaciones. Por ejemplo, se puede haber actuado algún fragmento o reescribir un formato cuya lectura sea más accesible para los estudiantes de secundaria, o incluso adaptarla en un cómic para los más pequeños. De este modo, más de cuatrocientos años después, ha seguido llegando, de una forma u otra, a todo el mundo. En esta ocasión, hablaremos de la compañía BAMBALINA, TEA TRE PRACTICABLE, que ha decidido seguir innovando y escenificar de una manera muy original esta novela de la literatura española.
Bambalina, teatre practicable se fundó en 1981 en la Vall d’Albaida (Valencia) bajo el nombre de «Bambalina Titelles». Desde el principio, su objetivo era estudiar las técnicas de manipulación de los títeres y hacer llegar este tipo de espectáculos a un público infantil, pero también a uno adulto, por lo que habrá una alternancia entre ambos. En la segunda etapa (1900) adquiere un lenguaje propio y una mayor experiencia gracias a la incorporación de más profesionales de la interpretación. Además, amplían su registro hacia el musical, especialmente la ópera. En la tercera etapa (2000) traspasa las fronteras europeas e incluyen la danza, la música, el teatro físico y un incremento en el interés de personajes históricos. Asimismo, se dirige a unos espectadores más maduros. En este momento deja de llamarse «Bambalina Titelles» por «Bambalina, teatre practicable». En la cuarta etapa (2010) se deja la focalización en el teatro para adultos y vuelve a hallar un equilibrio con el público infantil. En 2016 se inició la etapa actual y renovadora galardonada con distintos premios. En definitiva, esta compañía de teatro se define como «una continua búsqueda de la identidad del títere» y, tras un breve repaso por su larga trayectoria, parece que queda patente. Por otro lado, la técnica que llevan a cabo es la llamada bunraku, nombre por el que se conoce a un tipo de teatro japonés que incluye marionetas, recitación y música de shamisen (instrumento musical japonés de tres cuerdas).
Desde 1991 llevan al teatro la obra titulada: Quijote, la cual ha realizado casi cuatrocientas funciones en más de cuarenta países. Este espectáculo se ha realizado por última vez este mismo año, 2021, del treinta de septiembre al diez de octubre en la Sala Ultramar (Valencia). Ha sido dirigido por Carles Alfaro y la llevan a cabo dos intérpretes: Jorge Valle, que la mayor parte del rato era el titiritero de Sancho Panza, y Pau Gregori, que lo era de Don Quijote (aunque estos papeles eran intercambiables en determinadas escenas).
La sala está a oscuras y el acto comienza cuando Jorge Valle entra con unas velas que sitúa en ambos extremos de la mesa, que será donde se desarrollará la acción. Por tanto, los focos de luz serán los mismos durante la representación y se creará un ambiente cálido que te introducirá en la atmósfera de la historia. Los actores, que han escogido un vestuario completamente negro y que solo deja a la vista las caras y las manos, lo aprovecharán dentro del juego de la iluminación. Ellos son los que manejan a los títeres, pero también interactúan con estos, por eso, sus rasgos faciales son muy expresivos y el movimiento de las manos cobra importancia en momentos concretos (por ejemplo, para contar con los dedos, o bien, el brazo sirve para interpretar que es el caballo en el que va montado Don Quijote). Al contrario de ello, se cubren las caras por completo o las manos con guantes oscuros. De esta forma, se les otorga todavía más protagonismo a los personajes ya que, por un instante, crees que están vivos realmente y sufres o disfrutas con ellos. Además, que los titiriteros se interrelacionen con las marionetas hace que sonreír sea un constante para el público. Si a este motivo le sumamos la sátira característica de la novela, resulta evidente que la obra es muy amena. En ella, cuentan las peripecias que vivían Don Quijote y Sancho Panza, en las que Sancho Panza era la cordura, pues le intentaba mostrar a Don Quijote la realidad que este veía distorsionada, lo cual era motivo de disputa. No obstante, la fidelidad se ve reflejada porque cuando el hidalgo se metía en problemas, su escudero, a pesar de haberle advertido, lo ayudaba. Por ejemplo, con un episodio (tal vez, el más conocido) que trata de cuando Don Quijote confunde a unos molinos con gigantes y se abalanza a luchar contra ellos. Para lograr plasmar este suceso, hacen uso de un paraguas que comienzan a girar mostrando solo la parte de tela impermeable y es ahí donde se queda enganchado Don Quijote, de manera que logran un gran efecto visual.
Cabe añadir que la novela tiene dos partes, pero esta adaptación teatral no se divide en dos actos, sino que es uno único de una duración aproximada de noventa minutos. Por lo tanto, sería complejo representar toda la historia o elegir unos pasajes concretos sin que haya cambios bruscos. La elección por la que ha optado la compañía me parece muy acertada. Por un lado, se han centrado en los dos personajes principales, lo que hace que sea muy divertido y más sencillo de entender, ya que cuenta sus andanzas y la relación entre ambos. Por otro lado, lo que más me ha llamado la atención es que hablan en un idioma inventado y que, aun así, se entiende perfectamente lo que están conversando. De hecho, cuando la función había acabado y la comentábamos, nombrábamos lo que habían dicho, por lo que se entiende perfectamente. Esto, sumado a la trascendencia mundial de la novela, hace que este espectáculo teatral adquiera una internacionalidad indiscutible. Si consideramos que el diálogo es, según la RAE, la plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos, es incuestionable que sí que aparece (aprovecho para mencionar a Jaume Policarpo como guionista).
En definitiva, hay un gran trabajo vocal que es admirable. Cuando hay unas palabras que entendemos la voz debe acompañarlas acorde a lo que quieren expresar, pero cuando la voz solo se soporta por su modulación, transmitir los sentimientos es una tarea complicada, y es evidente que aquí se ha logrado. Además, se da una circunstancia humorística cuando en uno de los altercados entre el hidalgo y su escudero, Sancho Panza le recrimina a Don Quijote que le ha pegado una colleja, pero este, insistente, lo niega, a lo que le responde en español: “pero si te he visto”, y ese “choque” es llamativo para el espectador. Otro recurso que utilizan es el uso de las onomatopeyas, las cuales no son iguales en todas las lenguas. Por eso, cuando se besan y dicen “mua, mua, mua, requetemua” es otro sonido reconocible que supone un guiño para el público. Por otra parte, la música, propuesta por Joan Cerveró, sirve para armonizar los sucesos que van transcurriendo.
Como ya hemos comentado anteriormente, toda la escena tiene lugar alrededor de la mesa. Entonces, para introducir nuevos elementos de atrezo y que la obra siga continuando sin cortes, se van agachando y escondiendo o mostrando nuevos objetos. Al principio observamos libros y papeles amontonados, lo que supone la locura de Don Quijote a causa de los libros de caballerías, el paraguas que hemos mencionado, la jaula en la que es encerrado Don Quijote o la cama en la que finalmente fallece justo cuando recupera la cordura, o bien, sacan a intervenir otros personajes en distintos tipos de títeres como títeres de mesa (Don Quijote y Sancho Panza, o incluso Rocinante, el enjuto caballo del hidalgo), títere dedo, títere de varilla, y un títere de sombra al que no manipularon mucho porque reflejaba el pensamiento de la amada Dulcinea del Toboso. Los títeres han sido construidos por Miguel Ángel Camacho y vestidos por Adame.
Debido a todos estos detalles (focos de luz, expresión facial, trabajo vocal, atrezo, etc.) es acertada la representación en la Sala Ultramar, pues dado su tamaño te permite sumergirte en las aventuras y contemplar todo lujo de detalles. Asimismo, después de saber el recorrido de la compañía, podemos conocer y disfrutar cómo trabaja en esta función en la que las hazañas de DonQuijote y Sancho Panza nos divierten de una manera especial e inigualable. Queda de manifiesto el gran recorrido que llevan a las espaldas y los registros que dominan. Sin duda, pensar que los títeres están destinados para un público infantil es solamente un prejuicio. En este caso, es un espectáculo dirigido a los adultos y una ocasión que no se debe dejar pasar si nos gusta o si nunca habíamos visto algo así y no lo conocíamos, pues no es para verlo una vez solo, sino para repetir. Por esta razón, no es de extrañar que lleven treinta años escenificándola. Asistir a este tipo de teatro con suma historia y cultura, tanto en su trayectoria como en sus obras, es, claramente, enriquecedor.
Sala Ultramar, del 1 al 10 de octubre de 2021
Guión y espacio escénico: Jaume Policarpo; Música original: Joan Cerveró; Actores: Pau Gregori, Jorge Valle; Dirección: Carles Alfaro; Ayudante de dirección: Josep Policarpo; Producción ejecutiva: Ruth Atienza; Distribución: Marisol Limiñana