La comedia que ha reconciliado a Góngora y Quevedo: «La niebla», de Chema Cardeña

Lucrecia de Dios – Lucía Fernández Herrero – Víctor Barberá Puig

I

Sin duda, La niebla es un espectáculo que habrán disfrutado todos los amantes de la literatura española que hayan tenido la oportunidad de asistir a su puesta en escena. Así lo demostró el público del pasado 12 de noviembre, que durante la función no pudo disimular la risa y que, una vez finalizada, estuvo más de un minuto aplaudiendo a los actores.

La obra se ha estrenado en la Sala Russafa y con ella la compañía Arden Producciones celebra sus 25 años —aunque con uno de retraso debido a la pandemia—. La niebla es una comedia escrita y dirigida por Chema Cardeña, director artístico de la compañía, quien a su vez encarna a un Góngora en sus últimos años de vida, enfermo y desmemoriado. Le acompaña en la escena Juan Carlos Garés —productor de Arden—, quien interpreta al célebre adversario literario del cordobés: Quevedo. También aparecerán —en una semipresencialidad muy propia de los tiempos que corren— Iria Márquez (María de Zayas), Rosa López (Jusepa Vaca La Gallarda), Saoro Ferre (Felipe IV) y Manuel Valls (Lope de Vega).


La niebla se ambienta en la Córdoba de 1627, donde un Góngora ya desmemoriado está escribiendo en su celda cuando irrumpe Quevedo. El poeta conceptista se esconde en su celda de san Marcos en León huyendo de unos guardias. La sorpresa llega cuando se percatan de la presencia de su rival literario y empieza una acalorada discusión entre ambos. Góngora y Quevedo empuñan como armas sus papeles y se dan estocadas literarias, arrojándose los versos que el otro les compuso en un cómico encuentro que repasa los mejores poemas surgidos de su pugna. La lucha entre ambos se va dirigiendo progresivamente hacia otros temas, como, por ejemplo, a quién pertenece esa celda y dónde se encuentran —¿Córdoba o León?— hasta que empieza a aparecer el resto del elenco.


Uno de los puntos fuertes de la obra es el tratamiento que reciben los protagonistas. Los personajes aparecen humanizados; nos muestran sus cosas buenas, sus debilidades, sus groserías, sus dudas, sus aspectos menos políticamente correctos… Los actores que les dan vida, cuerpo y voz, lo hacen de forma que el público puede sentir que verdaderamente está escuchando hablar a estos personajes, que para muchos no son más que nombres sobre un papel. En ese sentido destaca la actuación de Juan Carlos Garés y Chema Cardeña, que saben muy bien llevar a escena a Quevedo y Góngora y hacen olvidar al público que se trata, efectivamente, de actores. Esto resulta sumamente importante, pues la obra tiene como eje central la psicología de los personajes, sus conflictos internos, sus relaciones… En general, las actuaciones fueron excelentes y, en algunos puntos, conmovedoras.


Las apariciones del resto del elenco, casi fantasmales, no se hacen sobre el escenario propiamente, sino a través de proyecciones audiovisuales en el telón que cubre la parte posterior de la estancia en la que se encuentran los poetas. Cabe señalar que los diálogos grabados y proyectados se presentaron muy bien medidos y cuidados, compenetrándose a la perfección la presencialidad con la virtualidad —en eso, nos sacan ventaja a muchos que hemos tenido que sufrir el teletrabajo—. Estas visitas servirán en la trama para plantear nuevos temas y conflictos y hacer avanzar la farsa. Así, personajes como María de Zayas o Lope de Vega pasan por la celda —nombre acertadamente ambiguo que emplean los personajes para referirse al espacio patente— a saludar a los poetas. Destacamos la divertida aparición de Lope de Vega. El Fénix, que se había intentado mantener por encima de sus rivales esquivando sus groseros ataques, acaba perdiendo los papeles y entrando al juego de los otros, en un episodio sumamente cómico en que los insultos se arrojan sin miramientos.


Durante la obra, estas proyecciones ilusorias, que muestran una realidad más ficticia que tangible, sirven tanto para mostrar a los personajes como al espacio en que cada uno de los poetas cree estar. Recordemos que la niebla que cubre la memoria de un Góngora en sus últimos días de vida, que ya no es capaz de recordar ni tan solo sus propios versos, será uno de los hilos conductores de la farsa. En consecuencia, no debemos fiarnos de todo lo que aparece en escena. En este sentido, la luz también se muestra efectiva, pues proyecta sobre cada poeta la silueta de la verja de una ventana. Por esta, ambos mirarán hacia el exterior de la celda y verán lo que cada uno de ellos desea ver. Además, cambiará de intensidad y tono según las reflexiones de los poetas. Finalmente, les ayudará a disipar la niebla que cubre sus recuerdos y les arrastrará hacia la verdad.


Si hay un efecto de la escenografía que merece destacarse es, precisamente, el de la niebla que cubre el escenario y, progresivamente, a todo el público. La Sala Russafa, en ese sentido, resulta idónea para la representación por su tamaño y disposición, ya que acaba integrando al público en las preocupaciones del cordobés.


El espacio representado en esta obra es metonímico, con pocos elementos. No obstante, resulta en ocasiones ciertamente ambiguo, pues en ello reside parte del encanto del montaje. La escena es cerrada y en el escenario encontramos dos escritorios —el del cordobés y el del madrileño—, uno a cada lado. A la derecha de la sala, por donde entra Quevedo al inicio, nos señalan la entrada latente de la celda. Detrás, el telón de fondo que sirve para las proyecciones se cerrará oblicuamente para mostrar a los personajes que se asomarán al interior de la estancia. Es evidente que la proyección no se da donde debería ubicarse la puerta real, por la que entraba Quevedo. Además, ese telón cubre la parte posterior donde se encuentra una habitación (con una cama, una silla, un reclinatorio y una gran cruz), por lo que difícilmente podría tratarse de la puerta de entrada. Estos datos incoherentes, sumados a las proyecciones y a que nunca estamos seguros de dónde se ubica la celda, resultan anti-ilusionistas y desrealizadores. Así, todo lo señalado hasta ahora ayuda a recrear esa atmósfera nublosa y desconcertante que solo al final de la obra revelará su verdadero sentido.


La ambientación en los Siglos de Oro no es un obstáculo para que el montaje toque temas de rabiosa actualidad como es la reivindicación del papel de las mujeres en las letras y en la sociedad, las complicadas relaciones entre el poder y el desempeño artístico, además de una crítica a la visión que personajes más actuales que Quevedo tienen acerca de Madrid como centro del país que, irremediablemente, desprecia al resto del territorio. También se tocan temas más universales como lo difícil que resultaría para cualquiera saberse desmemoriado y no poder confiar en lo que le dictan sus sentidos.

En conclusión, La niebla es muchas cosas, pero sobre todo se revela como un cuidado y cariñoso homenaje a los dos grandes poetas del Barroco español, al mundo teatral de la época y a sus otros protagonistas, ya sean actrices, escritoras o poetas.

Lucrecia de Dios

II

El pasado día 14 de noviembre asistí a la representación de La Niebla, dirigida por Chema Cardeña en la Sala Ruzafa. Este montaje versa sobre la enemistad de dos grandes autores de nuestra literatura: Luis de Góngora y Francisco Quevedo. La obra narra el regreso de Góngora a su ciudad natal, Córdoba, después de un episodio de amnesia, donde se encuentra con su enemigo, Quevedo, en su domicilio. Gracias a este encuentro se dará rienda suelta a diversos conflictos, navegaremos por los diferentes recuerdos de estos personajes míticos y nos toparemos también con diversas personalidades del Siglo de Oro.

Este montaje ha sido llevado a los escenarios para celebrar el vigésimo quinto aniversario de la compañía teatral Arden Producciones. Esta compañía teatral fue fundada por los actores que dan vida a los dos literatos, Juan Carlos Garés y Chema Cardeña, con un objetivo: el de dar vida a montajes de aspecto clásico mediante textos actuales.

Una de las curiosidades que entraña este montaje es que el espacio es muy difícil de concretar hasta el final de la obra, ya que cada uno de los personajes dice estar en un espacio diferente: mientras que Góngora cree estar en su tierra natal, Quevedo asegura que se encuentran en una prisión en León. Lo realmente interesante es que no se encuentran en ninguno de los dos lugares, puesto que ambos están en una especie de purgatorio en el que, gracias a los momentos que han pasado en compañía del otro, han podido limar de alguna manera sus diferencias.

En cuanto al tiempo, volvemos a encontrar esa dificultad por enmarcar la acción en un período determinado ya que, como hemos dicho antes, al final de la representación nos damos cuenta de que ambos escritores están en el limbo. Pese a su estructura clásica aristotélica y las personalidades presentes del Siglo de Oro, la obra aborda diversos temas actuales como son el papel de la mujer en la sociedad, la justicia o la corrupción. Personalmente, me ha gustado mucho la manera en la que han tratado el primero tópico.

La Niebla nos acerca dos figuras totalmente desconocidas, la cómica Jusepa Vaca “La Gallarda”, representada por Rosa López, y la escritora María de Zayas, interpretada por Iría Márquez. La primera nos muestra lo mal vistas que estaban las actrices en aquella época, muchas veces eran despreciadas y no dudaban en tildarlas de prostitutas. Esta visión de gran parte de la sociedad es representada por Quevedo, que desde el primer momento la trata como un ser inferior por el hecho de ser actriz, y aunque Góngora la defiende, lo que más destaca de ella es su habilidad de vestirse de hombre para sus representaciones.

En cambio, la segunda mujer que aparece en escena es una escritora del Siglo de Oro español y una de las primeras mujeres que reivindicó el papel de estas en la sociedad. Las mujeres que protagonizan su prosa protestan contra su situación social, sus obras no buscan entretener, inducen a la reflexión. En la representación, de Zayas también se enfrenta a Quevedo ya que solo tiene para ella comentarios misóginos. La aparición de estas dos figuras femeninas es importantísima porque se trata de mujeres que rompieron moldes y fueron “libres” de ser y hacer lo que ellas querían. La obra rescata dos personajes relevantes olvidadas como tantas otras, realizando una función esencial en la recuperación de personalidades influyentes que destacaron en la sociedad de alguna manera o de otra.

Estos personajes aparecen en el escenario a través de vídeos que se proyectan en una de las partes del decorado (que es móvil). Así pues, podemos observar como el teatro incorpora las nuevas tecnologías tan vigentes y utilizadas en nuestra vida diaria. Lo interesante de este tipo de apariciones es que los personajes de las grabaciones interactúan con Góngora y Quevedo, como si de viodeollamadas se tratase. Los protagonistas de estas “llamadas” aparecen enmarcados por un fondo gris y nebuloso, lo que nos puede dar pistas del lugar donde se encuentran realmente estos dos grandes escritores de la literatura española.

La decoración del escenario no es muy llamativa, salvo los paneles blancos utilizados para proyectar las diferentes apariciones de los personajes. En primer término, encontramos dos escritorios y dos sillas separadas para cada uno de los autores; Detrás de estos, los paneles blancos para proyectar aquello que los personajes veían por la ventana. Las luces en esta parte del escenario eran oscuras, buscando crear una atmosfera misteriosa. El juego de luces empleado es muy interesante: en ocasiones son cálidas y simulan el alumbrar de las velas, en otros momentos simulan la luz del sol. En el momento en el que el espectáculo llegó a su fin y se destapó el lugar en el que se encontraban Góngora y Quevedo, las luces se vuelven totalmente blancas y las máquinas de humo llenaron el espacio de niebla para crear ese ambiente místico de purgatorio o limbo.

Esta representación me ha parecido una propuesta muy interesante ya que trata una de las enemistades más famosas de nuestra literatura. Pese a la ambientación de la acción dramática en el imaginario áureo, nos muestra como los conflictos de hace siglos siguen siendo temas de completa actualidad que siguen afectando a la sociedad y nos siguen produciendo verdaderos quebraderos de cabeza y múltiples disgustos.

Lucía Fernández Herrero

III

“La niebla” es una comedia escrita por Chema Cardeña que aborda un hipotético encuentro entre Luis de Góngora y Francisco de Quevedo en la fase final de sus vidas. En la obra se tratan una gran diversidad de temas como su enemistad, la relación del poder con el arte, la forma y función social de este o el papel de las mujeres en la sociedad del momento.

El montaje corre a cargo de la compañía Arden Producciones, fundada hace 26 años por Chema Cardeña y Juan Carlos Garés. Cabe mencionar que ambos fundadores dan vida en esta propuesta a Góngora y Quevedo. Con esta obra la compañía pretendía celebrar su 25 aniversario, sin embargo, debido a la pandemia tuvo que posponerse hasta el 2021, conmemorando así el que ellos han llamado “25+1 aniversario”. Este montaje es un homenaje a sus inicios, ya que Arden comenzó su andadura con la representación de “La Estancia”, una obra en la que también se recreaba el encuentro entre dos escritores sumidos en una profunda enemistad: Shakespeare y Marlowe.

En relación con la obra que nos atañe, el encuentro entre los autores españoles ocurre en un espacio y en un tiempo indeterminados. Este es uno de los grandes interrogantes y objetos de discusión dentro de la obra. La confusión se debe a que tenemos dos perspectivas cognitivas que se oponen: Góngora asegura que ambos se encuentran en su casa, en su querida Córdoba; mientras que según Quevedo se encuentran en su celda, en León.

Respecto a los temas que se abordan, el primero que podríamos destacar es la enemistad entre Góngora y Quevedo. La obra comienza con el “encuentro fortuito” entre ambos, el posterior reconocimiento mutuo ya que la estancia está oscura, y la lectura de algunos de los poemas que se dedicaron el uno al otro. De hecho, los autores guardan los poemas del rival y los leen pasionalmente generando cierto ambiente cómico ante los insultos que se dedican mutuamente. Este choque está presente durante casi toda la obra en mayor o menor medida, aunque en ciertas ocasiones pasa a un papel muy secundario y da la impresión de asistir a un encuentro entre dos amigos de toda la vida.

La aparición de otros personajes áureos proyectados de forma espontánea facilita la progresión y variedad temáticas. El primer personaje en aparecer es Lope de Vega. En la obra se expone la existencia de cierta enemistad entre Quevedo y este escritor, fruto de uno de los debates que propone la obra. Mientras que Quevedo y Góngora optaron por una literatura barroca de complejidad formal, Lope apostó por unas obras mucho más próximas al pueblo, lo que provocó en parte que tuviera un éxito enorme en su época. Así, en el texto teatral, Quevedo critica abiertamente a Lope por la realización de un teatro excesivamente comercial, con lenguaje plano y sencillez y reiteración temáticas.

Otro conflicto muy interesante en relación con el arte que propone es su mirada y su finalidad. A lo largo de la obra, Quevedo realiza varias alusiones a la situación de decadencia en la que se encontraba el Imperio español. Así, el autor le recrimina al cordobés la falta de realidad en sus obras, la ausencia de denuncia ante las injusticias del momento, la evasión que realiza al evocar mundos lejanos, personajes míticos. Le recrimina, en definitiva, que su poesía esta vacía de contenido, especialmente de contenido social. Se propone de esta forma si el arte debe estar comprometido o no, uno de los grandes debates de la historia en relación con este.

Los siguientes personajes en aparecer son la actriz Jusepa Vaca “la gallarda” y la escritora María de Zayas, que introducen una problemática que se subraya bastante en la obra, que es el papel de las mujeres en la época. En estas intervenciones cobra también gran relevancia Quevedo, cuya misoginia es realmente sorprendente. Esto dará lugar a una confrontación entre el autor madrileño y ambas mujeres. En primer lugar, asistimos a la discusión con Jusepa. Al rechazo que sufre Quevedo por las mujeres se le une el que siente por el teatro. Así, para el autor madrileño, ser actriz de comedias es sinónimo indudable de prostituta. También en esta línea encontramos el encuentro con María de Zayas, que reivindicará el papel de las mujeres escritoras, las cuales sufrían una inmensa discriminación al considerarlas la mayor parte de la población como ineptas para la labor intelectual. No es casual que Cardeña haga aparecer a esta autora coetánea, de éxito, que ha sido borrada del canon del Siglo de Oro.

Finalmente, otro tema que adquiere bastante relevancia en la obra es la relación del arte con el poder. Se nos cuenta cómo Góngora acaba en la miseria tras la pérdida del mecenazgo del conde de Niebla y el rechazo de la Corte. Hacia el final de la obra, aparece el rey Felipe IV y libera a Quevedo de su pena, no sin antes hacer un discurso sobre que los artistas son prescindibles frente a los que ostentan el poder, que no lo son.

Del montaje cabría señalar especialmente la proyección de los cuatro personajes anteriormente mencionados. El escenario cuenta con dos planos. El primero, más próximo al público imita una especie de estancia de la época con un escritorio a cada lado, uno para cada escritor. Entre el primer y el segundo término hay una especie de pared móvil blanca que hace la función de pantalla, bien de personajes, bien de paisajes o fondos. Esta pared podía desplazarse en su mayor parte hacia el interior del escenario habilitando un segundo espacio compuesto por una cama y una cruz. Este plano tiene una importancia más bien secundaria en la obra. Desde mi punto de vista, el montaje es bastante innovador, no lo suficiente como para distraer al espectador, pero sí lo suficiente como para ayudar a crear un ambiente extraño propio del espacio indeterminado en el que se encuentran Góngora y Quevedo.

Continuando con el montaje, el vestuario y la decoración son fundamentales para situarnos en la época abordada. Tiene bastante importancia la luz dentro de la obra: al inicio de la obra, el escenario está prácticamente a oscuras, con la única iluminación de unas velas. Esta oscuridad consigue que en un principio los personajes no se puedan reconocer el uno al otro, creando cierta comicidad. Después, la luminosidad aumenta, especialmente en los momentos en los que se acercan a lo que sería la ventana. Sin embargo, al final, la luz se va volviendo tenue en el momento de la pérdida de la memoria de Góngora, a lo cual se le suma la aparición de la niebla. Esto choca completamente con el momento en el que la luminosidad aumenta representando que se encuentran en un espacio que podríamos caracterizar como celestial en el que Góngora recupera la memoria.

 En mi opinión, lo mejor de la obra es que todos estos temas siguen muy presentes en la actualidad. De hecho, llama la atención cómo en algunos sentidos la sociedad no ha cambiado tanto como a veces llegamos a creer: los debates sobre la forma y la función del arte siguen hoy muy vivos en determinados ámbitos. La discriminación hacia la mujer aún no ha concluido después de siglos y siglos, especialmente en el ámbito intelectual más elevado. Finalmente, la influencia de los grupos de poder y el Estados en el arte, sobre todo cuando atañe a la promoción de obras que proponen ciertos esquemas de pensamiento, es incuestionable.

Víctor Barberá Puig

Sala Russafa, 21 de octubre al 14 de noviembre de 2021

Actores – Chema Cardeña y Juan Carlos Garés; Actores en audiovisual – Iria Márquez, Rosa López, Saoro Ferre y Manuel Valls; Texto original – Chema Cardeña; Escenografia – Luis Crespo; Iluminación – Pablo Fernández; Vestuario – Pascual Peris; Caracterización/Maq-Pel – Merche Luján; Espacio Sonoro – Littlefields; Diseño Gráfico – Miguel Quesada; Fotografia – Juan Terol; Creación Audiovisual – Josemi Felguera; Utilería y Atrezzo – María Poquet; Regiduria – Juanjo Benavent; Grabación vídeo – InusualPr; Cartel – Riki Blanco; Producción – Arden Producciones S.L.; Producción Executiva – J.C. Garés / David Campillos; Equipo producción – M. Carmen Giménez / Marco Antonio Castellanos
Coordinación Técnica Gira – Yapadú Produccions S.L.; Comunicación – María García Torres; Redes/Promoción – Almudena Iglesias; Administración – Cruz Gasteazy; Distribución – Carles Alonso #ArdenOnTour; Ayudante Dirección – Jerónimo Cornelles; Dirección – Chema Cardeña

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