Un influencer cervantino: «El licenciado Vidriera», de Cristina D. Silveira

Estela Esteve Cantavella – Martín Buigues Jiménez

I

La obra está basada en una de las conocidas Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes, escritas entre 1590 y 1612, que tiene como protagonista al Licenciado Vidriera, quien da nombre a la obra. La adaptación está hecha muy fielmente al texto, pero adoptando una postura teatral donde el cuerpo, lo físico, se une a la danza y al flamenco, exteriorizando así la locura que el protagonista experimenta. Lo visual y lo simbólico adquieren gran importancia en esta propuesta también.

El montaje está dirigido por Cristina D. Silveira, adaptado por Luis López Bellot y protagonizado por Jorge Barrantes y Alberto Moreno (encargado del acompañamiento musical). La escenografía y la utilería está montada por David Pérez y Diego Ramos y, el vestuario por Myriam Cruz. Es una coproducción de Karlik Danza Teatro, una compañía que lleva activa desde 1991 con el objetivo de encontrar un lenguaje escénico personal, y El Desván, compañía activa desde el 2005 para dar respuesta a inquietudes personales y artísticas.

La obra nos cuenta la historia de Tomás Rodaja desde su infancia hasta el momento en el que se transforma en Licenciado Vidriera, el momento de su aparente locura, y finalmente, como vuelve a sus cabales. La locura está presente en toda la historia y es el motor que la vertebra, pero solo es una excusa que el autor utilizó para poder criticar a la sociedad y sus costumbres de una manera satírica. El Licenciado, de hecho, lo único que tiene de loco es creerse de vidrio porque todo lo demás que dice es coherente y su opinión verdadera.

La puesta de escena es muy importante. Nada más entrar vemos una persona tumbada como si estuviese muerta, en el suelo, con unos ropajes negros. En el fondo se puede ver un árbol con un muñeco de vendas blancas. Los elementos de la escenografía serán muy sencillos durante toda la actuación: un caballo de alambres, las velas para simular un barco, libros con los que construir un palco de “conocimiento” …

El vestuario también es simple, pero muy importante: irá variando, acorde con las etapas que atraviesa el personaje principal. En su niñez, Tomás Rodaja viste vendrás blancas, más adelante ropajes negros, después, ya convertido en el Licenciado Vidriera viste ropas anchas atadas con una cuerda por su miedo constante a romperse. Y, finalmente, cuando ya es Tomás Rueda, vuelve a sus ropajes negros. 

A esto se le suma la iluminación, otro factor muy importante, pues en el momento en el que se cree de vidrio podemos ver en su cuerpo una proyección que lo simula acompañado de una música que nos lo recuerda. La iluminación de escena irá cambiando de más lúgubre a más clara durante toda la escena, jugando con los focos en el narrador y en el personaje principal e intercalándose. Otros elementos que contribuyen a crear el contexto apropiado son las proyecciones en las velas de la mujer que envenena al Licenciado o el rumor del habla de varias personas de fondo. Todo esto se combina con una música de tensión constante que varía con la narración de canción flamenca y sus quejidos que simulan la locura y el dolor en ciertas escenas…

En lo personal, me ha parecido muy interesante como logran los dos personajes transmitir tanta información en el escenario con los pocos elementos que cuentan y de manera tan acertada. Con un final cerrado que muestra el desencanto del autor ante esta sociedad hipócrita, nos muestra su desencanto y nos lo traslada. A lo largo de la actuación, el público se sorprende y empatiza con las experiencias personales del personaje, pero es cierto que a veces estos quejidos y movimientos bruscos que destacan la locura del personaje pueden llegar a asustar por inesperados, lo que influye en el impacto. Personalmente, he estado muy en tensión en muchas partes de la representación y la música me ha parecido un elemento clave para enganchar, esa narración en flamenco de una manera tan original es lo que más me ha gustado de la obra y lo que más he disfrutado. Quizás no sea la obra más acertada para representar, pero aun así Karlik Danza Teatro hace una adaptación del texto a la escena excelente.

En la actualidad, las apariencias importan. Nos encontramos en una sociedad dominada por las redes sociales y moldeada por unos estigmas canónicos que adaptamos sin darnos cuenta. Vivimos ante los ojos de los demás y, como personas sociales que somos, estamos constantemente preocupados por las opiniones ajenas y la validación de la gente de nuestro entorno. El protagonista de esta obra es tenido en cuenta por la sociedad que le rodea solo cuando está “loco”, pero después la gente deja de idolatrarle aun cuando sus conocimientos son los mismos. Es por eso por lo que esta obra no está tan desactualizada como puede parecer. Licenciado Vidriera vendría siendo hoy en día un influencer que, tras haber llegado a su máximo apogeo, ha visto su fama derrumbarse tras una pérdida de seguidores.

Estela Esteve Cantavella

II

La obra que se interpretó en el teatro “Espacio Inestable” de Valencia el pasado 15 de octubre de 2021 fue El licenciado Vidriera, una de las doce novelas cortas de Cervantes que componen sus Novelas ejemplares de honestísimo entretenimiento, escritas entre 1590 y 1612 y publicadas en 1613.

La novela trata sobre Tomás, un letrado que, tras ser hechizado, comienza a delirar, a creerse de vidrio y a criticar y satirizar todo cuando ocurre ante él. La gente parecía escucharle e interactuaba con él para recibir sus respuestas mientras no estaba cuerdo, pero una vez curado, ya nadie quiso escucharle ni hacerle caso. La obra no sigue las unidades de tiempo, y lugar: se nos presentan múltiples lugares (la naturaleza, la universidad, el interior de un barco, el campo de batalla…), y la narración transcurre a lo largo de varios años. Toda la acción gira alrededor del personaje inicial y lo acompaña hasta el final, sin desarrollar tramas paralelas. Hay recursos antiilusionistas como el hecho de que el personaje se considere de vidrio o el factor místico del ser hechizado, y tiene que ver con que la obra se inclina más por el lado idealista de los escritos de Cervantes que por el lado realista de retrato social. Con todo, puede decirse que la obra gira en torno al conocimiento, a la locura y al rechazo social.

Es probable que la compañía eligiera esta obra para representarla por varios motivos: principalmente, para recuperar una obra de Cervantes que, como casi todas las demás, se ve eclipsada por El Quijote, siendo muy pertinente su aporte para volver a traerla a la vida. En segundo lugar, por los temas que trata, ya que, a pesar de considerarse una novela idealista que poco tiene que ver con la realidad social de su época, es cierto que los temas que toca sí estuvieron presentes entonces y lo siguen estando ahora (en especial el que atañe al rechazo social, un tema que ha ido manteniéndose a lo largo de la historia). Cabe destacar que la obra no fue compuesta como un texto teatral, sino como un texto narrativo en prosa. La decisión de traerlo de vuelta a la vida como una representación teatral puede estar ligado a motivos de accesibilidad, puesto que es más accesible y recuperable una obra que se representa en un escenario que una reivindicada con simples palabras; aunque también puede relacionarse con la intención por parte de una compañía de teatro de hacer honor a un autor clásico y de dar voz a una obra poco reconocida.

El rechazo social es un tema que retumba mucho en esta obra. Observamos cómo el pequeño Tomás logra formarse con mucho esfuerzo y dedicación, consiguiendo cultura y sabiduría y sintiéndose lleno. A pesar de esto, no será hasta que la locura lo haya devorado entero que la gente empezará a escuchar realmente lo que dice: ganará seguidores, gente que pide su consejo, gente que le reclama ayuda y respuestas a sus preguntas que de otra manera no podrían recibir. Él se habrá convertido en un objeto utilizado (que no idolatrado) por el resto: además de ser único, diferente, es gracioso, y la gente, hastiada de seguir los moldes sociales, probablemente lo valora por eso. Es por este motivo que, una vez curado de su enfermedad, nadie quiere escucharlo: porque ha dejado de lado la esencia que lo distinguía del resto de letrados, ya no satiriza, ya no escupe verdades peligrosas y ya no tiene el descaro que solía gustar. Así pues, aun viéndose ahora más capaz y preparado para responder preguntas y saciar la sed de sabiduría, nadie quiere recibir su palabra. Esta situación de abandono e incomprensión (que bien podría haber sido compuesta a modo de declaración de cómo el propio Cervantes se sentía) llena al pobre Tomás de tristeza, que lo obliga a abandonar la sabiduría y simplemente acudir a las armas de Flandes, armas que antes repudiaba. Puede ser una lección de que el pueblo solo escuchará a los más locos, puesto que los cuerdos nunca dicen nada de interés; puede estar criticando esto, o puede simplemente estar desahogándose puesto que él se sentía así, él lo experimentó así, y no tiene ningún tipo de carga social, sino expresamente personal. En todo caso, es aplicable a nivel actual como lección social.

La representación fue un tanto minimalista: unos pocos objetos de atrezo distribuidos por el pequeño escenario, un árbol, libros, una carreta que simulaba a un jinete y su caballo, un muñeco que representaba al protagonista de niño y unas sábanas blancas (en las cuales luego se proyectarían imágenes); pero no faltó en ella un ambiente integrador, música y efectos de sonido que ayudaban al espectador a zambullirse junto a los personajes. El acompañamiento musical, llevado a cabo por una guitarra y cantos de estilo flamenco, ayuda a ligar a la obra (una obra clásica) al imaginario típico y tradicional español, y es un aporte que ha ayudado a comprender el lado nacional del escrito.

Solo actuaron dos actores (uno de ellos encargado de tocar la guitarra y cantar, y el otro de dar vida a los personajes). La vestimenta fue simple, representando las ropas burdas de la época, pero sí hubo un detalle digno de mención: al principio, mientras el protagonista aún era un pobre analfabeto, vestía con unas ropas de trapo sucias; más tarde, cuando se hubo licenciado, vistió una toga negra de clérigo, y cuando la locura hizo presa de él, volvió a vestirse de ropas burdas y sucias. Esto en la obra tiene que ver con que la otra ropa hería el cuerpo endeble de vidrio de Tomás, pero a nivel metafórico puede tener mucho más peso: puede hacer referencia a que las ropas de los sabios pesan y duelen más que las ropas simples, significando que la sabiduría al final acaba pesando y doliendo más que la ignorancia.

La iluminación fue oscura durante toda la obra, focalizando casi siempre al personaje y en rara ocasión al resto del escenario. Esto provocó una sensación de soledad muy pronunciada alrededor del personaje principal, como si se viera atrapado en sí mismo. En las escenas en que desvariaba y enloquecía, la iluminación se expandía a todo el escenario, como dando a entender que la gente lo atendía.

Los efectos de sonido eran tensos y entraban en escenas inquietantes, frías, para que la escena impactara más. La transformación escalofriante en vidrio y el final desolador en el que parte a la guerra fueron las dos más importantes. Este ambiente lúgubre fue decisivo para marcar más el contraste entre estas escenas y aquellas en las que Tomás estaba cuerdo, acompañado siempre del sonido puro de la guitarra y los cantos.

Conocía la obra de Cervantes con anterioridad, y acudí a la representación para poder ver qué enfoque decidiría la compañía de teatro darle. No me decepcionó, e incluso ahondó más que la lectura que en su día hice. Me ayudó a comprenderla mejor, a actualizarla y así traerla al mundo contemporáneo. La representación despertó en mi interior muchos sentimientos: al principio, incertidumbre; conforme avanzaba, fue embadurnándome de la miseria que el personaje principal irradiaba, atendí bien a las palabras que gritaba cuando despotricaba sobre todo y sobre todos. Sentí incomodidad y un dolor interior al presenciar la metamorfosis, sentí la agonía que el personaje trata de transmitir y, al final, cuando ya nadie quiso escucharlo una vez cuerdo, sentí pena y, en cierta manera, empatía. El final tan cerrado que tiene ayuda a cerrar bien el círculo de la obra, y la lección cae sobre el espectador como un martillo: la sociedad no atiende a aquellos que hablan desde la sabiduría, sino a aquellos que satirizan y critican negativamente todo.

El montaje fue bueno, y la perfecta actuación de voz aportó mucho a su disfrute. La música de guitarra y los cantos la amenizaron, y la despedida una vez concluida la obra fue conmovedora. En general, recomendaría la obra para todo aquel que quisiera ahondar en la figura de Cervantes como uno de los escritores más importantes en nuestra lengua y de la época moderna, que quisiera abarcar de él el exquisito territorio que yace más allá de El Quijote. Aunque tal vez podría pasar desapercibida para un lector o espectador casual que no se interesara en meterse en esta materia, por lo que no la recomendaría para este tipo de público.

Martín Buigues Jiménez

Espai Inestable, 15 y 16 de octubre de 2021

Intérpretes: Jorge Barrantes y Alberto Moreno; Dirección y dramaturgia: Cristina D. Silveira; Adaptación y ayudantía: Pedro Luis López Bellot; Escenografía y utilería: David Pérez y Diego Ramos; Vestuario: Myriam Cruz; Espacio sonoro: Álvaro Rodríguez; Creación de video: El Desván Teatro y Mara Núñez; Iluminación: David Pérez; Fotografía: Carlos Pérez; Diseño gráfico: Diego Ramos

Una producción de Karlik Danza Teatro, El Desván Teatro y La Nave del Duende

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