Paula Moliner Caballer – Rosana Aguilar Gómez

I
La obra que vamos a comentar es Delirium, escrita por Marcos Luis Hernando, fundador de la compañía de Teatro del Contrahecho. Algunos de sus obras más recientes son “Carnassa” 2016, “Segarem ortigues amb els tacons” 2017, “Déu està en la gespa” 2018, “Delirium” 2019.
Delirium es una tragicomedia que presenta a cinco protagonistas sentados en la barra de un bar. Trata el tema del alcoholismo, siempre con un ligero toque de humor y, a partir de ahí, se hace una crítica de la sociedad, entrando en varios puntos y visibilizando mucho otro tipo de adicciones de hoy en día.
Esta tragicomedia tiene un lenguaje poco convencional y no sigue la estructura tradicional ni respeta las unidades de acción, tiempo y lugar. No existe un tiempo lineal ni específico, simplemente hay un lugar y unos personajes que mantienen conversaciones sin ningún hilo. El lugar lo podemos situar en Valencia, porque se da a entender fugazmente en un momento de la obra. Así pues, los personajes no representan unos roles específicos, sino que mantienen las típicas conversaciones de barra de bar.
Hay momentos en los que cada personaje hace monólogos introspectivos en los que expresan su sufrimiento o su soledad. Su pretensión es que el público se sienta identificado o, más bien, cercano a lo que cuentan nuestros protagonistas sobre las adicciones de la sociedad. La temática es variada y diversa. No aborda un solo tema en concreto, sino que realmente se habla de muchos problemas sociales, relacionados con las adicciones: el uso de los móviles, las redes sociales, los likes en Instagram, el consumo compulsivo (se critica a Amazon), los videojuegos, incluso se nombra la adicción al consumo de porno online…
Aunado a esto, me gustaría destacar el hecho de que también se abordan aspectos dentro del alcoholismo de los que normalmente no somos conscientes. Uno de esos aspectos es la presencia del machismo incluso en las adicciones como esta. Se habla del trato a la mujer alcohólica, es decir, se compara al hombre adicto con la mujer que también lo es. Personalmente, este es un hecho en el que nunca me había parado a pensar y me ha parecido, cuanto menos, acertado e interesante.
Según Marcos Luis Hernando, en sus trabajos, su equipo y él suelen optar por una temática social, pero no por ninguna pretensión, sino porque les interesan las cosas que están en la periferia de la sociedad. Quieren poner el foco en esos temas para que la gente ponga su mirada en conceptos que parecen invisibles. «Vivimos en un mundo cada vez más paranoico: estamos en el estado de bienestar, pero hay más enfermedades mentales y vamos más al psicólogo». Enfermedades como lo son las propias adicciones.
Así que, como finalidad, Marcos quiere mostrar las partes desconocidas sobre el alcoholismo. Por ejemplo, saber que en las fases de desintoxicación se puede generar ansiedad y puede incluso agravarse la situación llevando a algunas personas a ataques al corazón. Durante la representación, también apela al público. Intenta que nos veamos reflejados en los problemas sociales de los que se habla. No lo hace desde un lugar en el que se prejuzgue, sino para que reaccionemos y pensemos si también nos ocurre a nosotros. Sobre todo para que nos concienciemos sobre ello y para que se le dé visibilidad a estas enfermedades de adicción.
La puesta en escena es muy importante porque enlaza muy bien con el contenido de la obra. La iluminación es oscura y tenue durante toda la representación. Los focos principales de la obra tienen la luz suave, es decir, se ve difusa y más indirecta, y sólo cuando cada personaje hace su monólogo la iluminación es verdaderamente potente y directa. En los monólogos queda todo el escenario a oscuras mientras el personaje que habla es el único iluminado.
El decorado consta de unas cuantas mesas de terraza de bar, varias sillas y muchas botellas de alcohol por el suelo. El fondo es negro y hay un neón colgado de color rosa fluorescente en el que pone Delirium. Los cinco personajes van vestidos con ropa casual, con vaqueros, camisa y algún vestido. Siempre en tonalidades gris y negro.
Considero que el autor ha querido dar un toque hosco a la escena ya que, a pesar de que hay muchos toques de humor para tratar los temas, la temática es cruda. Se pretende representar un ambiente oscuro, tenebroso y lúgubre, comparándolo así con lo que las adicciones representan.
En mi opinión, es una obra verdaderamente interesante, tanto la puesta en escena como el texto en sí. Me ha gustado mucho porque me ha hecho reflexionar sobre aspectos en los que no me había parado a pensar y que día a día los tenemos presentes. La puesta en escena ha sido alternativa y eso me ha encantado. Los personajes no son los típicos que mantienen una conversación normal. Han hecho bailes breves, en algunas frases que se han repetido a lo largo de la obra han hecho los mismos gestos los cinco a la vez dando así toques de humor, han cantado alguna canción e incluso han participado con el público. A mi parecer, los cinco actores han tenido una expresión corporal y oral excelente.
Me he quedado muy impresionada porque se ha entendido todo a la perfección durante toda la obra, aunque se tiene que poner especial atención ya que los diálogos son muy rápidos y mientras hablan van cambiando de tema enseguida. Además, han utilizado un lenguaje coloquial que ha hecho que nos sintamos muchísimo más cómodos y cercanos.
Me gustaría destacar que hacia el final de la obra se ha hecho una reflexión muy buena, con la que la representación ha adquirido un sentido totalmente real. La obra es ficticia, pero habla de problemas sociales reales. Han dado datos precisos sobre las adicciones: por ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud, más de tres millones de personas mueren anualmente a causa del alcoholismo. El inicio del consumo cada vez tiene lugar más pronto: un 81,2% de los jóvenes menores de edad declara haber ingerido bebidas altamente graduadas alguna vez en la vida. También han dado datos reales sobre las otras adicciones que se han tratado a lo largo de la obra.
Ha habido varios momentos en los que se me ha erizado la piel. Porque entre broma y broma (los toques de humor a lo largo de la obra), se han dicho frases impactantes que te hacen reflexionar. Para finalizar, recomiendo la obra a todo el mundo. A quién esté dispuesto a aprender sobre aspectos que seguramente antes no sabían. Creo que les va a abrir los ojos con los problemas que hay en la sociedad de hoy en día y les hará reflexionar, a parte de pasar un muy buen rato porque la obra se envuelve de un humor atrayente.
Paula Moliner Caballer
II
Delirium es una obra dura, que te escupe la cruel realidad en la cara y que nos habla de los problemas presentes en nuestra actualidad. El nombre de la obra no es casual: “delirium” es un estado mental diagnosticado en el que una persona está confundida, desorientada, y no puede pensar o recordar claramente, puede tener, incluso, alucinaciones. Se da en algunas enfermedades como el cáncer, pero también está relacionado con el alcoholismo, tema principal de esta propuesta dramática.
La obra está escrita por Marcos Luis Hernando y dirigida por Isabel Martí. Teatro del Contrahecho es una compañía profesional valenciana. Entre sus montajes destacan: Los viajes de #ALEXyELENA (2016), habiéndose representado en diferentes campañas escolares de Madrid y Valencia; Segaremos ortigas con los tacones(2017), una obra de carácter social sobre la mujer y la prostitución, con más de 40 funciones realizadas. Delirium (2019), su último espectáculo para jóvenes y adultos estrenado en el C.C. El Molí de Benetússer y con representaciones en Valencia, Móstoles, Xàtiva, Corbera o Riola.
La obra plantea el problema del alcoholismo a través de cinco personajes, siempre con un punto cómico y sarcástico desde la ironía y el humor. Es una obra coral que abarca una sola noche en que los personajes irán tomando la palabra para contarnos su historia.
El decorado es muy sencillo solo hay tres mesas, unas cuantas sillas y botellas de vidrio en el suelo apiladas en bloques. La iluminación en esta obra es muy importante, ayuda a crear ese ambiente entre onírico y angustioso que caracteriza la obra y que se irá incrementando a medida que avance. La ambientación es oscura y en el fondo destaca un letrero luminoso con el nombre del bar en el que se sitúa la acción dramática: «Delirium».
Elegir el espacio del bar para tratar todas las problemáticas actuales es muy acertado y para nada casual. En el bar hay periódicos que generan conversaciones polémicas entre la gente y se van tocando diversos temas a través del pensamiento de los distintos personajes tales como: la legalización de armas, la inmigración, la violencia de género, la adicción de la sociedad actual, “Amazon como el Dios de nuestros días”, el capitalismo, el consumismo…
La acción dramática en ocasiones se paraliza y todo se queda completamente oscuro, los personajes inmóviles… y solamente uno de ellos se acerca al micro que hay en un lateral para contarnos su historia, su patética vida, lo que le ha llevado a acabar siendo alcohólico: el miedo a una sociedad insensible y aplastante, a no ser querida por otras personas, a no encajar porque de pequeña le hacían bullying; o por soledad porque se había muerto su marido; e incluso por una cuestión de “genes” porque su madre era alcohólica… Nos lo cuenta a nosotros, al público; y creo que esto es fundamental porque es algo que está totalmente relacionado con la intención de esta obra: llamar la atención al público, pedirle que despierte, obligarle a participar…
Los cinco personajes, vestidos de fiesta, pasan toda la obra con una botella o un vaso en la mano, sirviéndose, brindando y bebiendo. No paran de beber. Esta repetición continua nos provoca un gran agobio. Hay un momento que entre ellos empiezan a pelearse y a tirar los periódicos haciendo bolas de papel, lanzándoselas entre ellos. El suelo acaba lleno de botellas y papeles de periódico. Todo contribuye a esa sensación asfixiante que se hace cada vez más grande, incluso cuando salen del escenario y buscan entre el público “un amigo” del que poder aprovecharse porque el bar ha cerrado; para que “este amigo” pueda transportarlos a otro sitio para seguir bebiendo. Se produce aquí una ruptura de la cuarta pared y el patio de butacas pasa a formar parte del escenario.
Aunque la temática gira en torno a la problemática del alcoholismo, (que es la causa de la muerte de más de tres millones de personas anualmente), el autor elige abordar otras adicciones, evidenciando que habitamos en una sociedad adicta: adicta al móvil, a los likes en Instagram, a las compras por Amazon. En una sociedad cada día más corrompida, aumentan los casos de depresión y problemas de estrés y ansiedad. La obra nos hace comprender, tener compasión, ver el sufrimiento en los personajes, ver el tema de la adicción como una enfermedad y no como un simple vicio.
Aparece de manera recurrente el tema de la violencia de género. Los personajes femeninos muestran que el hecho de que una mujer vaya al bar a beber no está tan bien visto como cuando lo hacen los hombres. Las tres mujeres son fuertes y decididas, debaten sobre esto y sobre otras desventajas que conlleva el ser mujer, mientras los hombres beben en la mesa divirtiéndose.
El final nos traslada a otro lugar. De pronto, empieza a sonar un pitido, que nos recuerda a un monitor cardíaco y nos transporta a un hospital. Con ese sonido irritante durante todo el final, unos periódicos, unas sábanas blancas, luces y sombras… se crea un montaje impactante.
A pesar de que el teatro no tenga los recursos del cine, utiliza otros recursos (la luz, las sombras, los sonidos) para transportarnos a otros lugares y conseguir emocionarnos.
En las sombras distinguimos a alguien atado a un gotero, alguna botella y otros objetos. El pitido constante… la escena de sombras se hace cada vez más angustiosa. La escena cambia y vuelven a encender las luces. Uno de los actores se pone en el micrófono del lateral que han usado todos los personajes anteriormente para contarnos uno a uno sus historias sobre el por qué han acabado siendo alcohólicos. Empieza a describir a nuestra sociedad actual a través de un mar de cifras y estadísticas preocupantes y desoladoras, como el número de mujeres muertas este año, concluyendo así, todas las problemáticas tratadas durante la obra.
Tumban una mesa boca abajo y una de las mujeres empieza a zapatear muy fuerte mientras estas cifras son lanzadas; ahogando al espectador, pisándole, removiéndole las tripas, provocándole, obligándole a reaccionar, haciéndole pensar y concienciándole de en qué mundo vivimos. Se crea una atmósfera lúgubre y tétrica, los zapatazos en un momento me recordaron incluso a los tambores de Semana Santa.
La obra finaliza con la interpretación de un baile con la canción “Je Bois” de Boris Vian de fondo, que trata precisamente el tema del alcoholismo mientras los personajes dicen algunas frases de esa canción. El público no puede quedar indiferente después de esta obra que sin duda busca marcarnos y dejar huella haciendo que reflexionemos sobre muchos de los aspectos de nuestra vida.
He de reconocer que, aunque acabé con muy buena sensación, me costó mucho adentrarme en la historia porque al principio me parece confusa, no se sabe muy bien por donde va a tirar. La obra me gustó mucho porque aborda todas las problemáticas actuales, a lo mejor sin ahondar demasiado en ellas, pero es una obra que claramente quiere decirnos “¡Despierta, mira lo que pasa en el mundo!”.
Rosana Aguilar Gómez
Sala Matilde Salvador – Universitat de València, 17 y 18 de noviembre de 2021Direcció, traducció i dramatúrgia: Isabel Martí
Dirección, traducción y dramaturgia: Isabel Martí; Texto: Marcos Luis Hernando; Actores y actrices: Rosanna Espinós, Pilu Fontán, Ernesto Pastor, Alberto Baño y María Poquet; Movimiento: Idoya Rossi; Espacio escénico e imagen: Teresa Juan; Ayudantía espacio escénico: Pau Gimeno; Vestuario: Pilu Fontan; Iluminación: David Sánchez; Espacio sonoro: Juan Lluch y Tony García; Voces en OFF: Pilar Almeria y Francesc Anyó; Fotografía: Vicente A. Jiménez; Vídeo: Bolet Produccions i Nelo Gómez; Prensa: Begoña Donat; Producción: Teatro del Contrahecho