Una obra muy necesaria: «La clau», de Paula Úbeda y Malatesta Teatre

Rosana Aguilar Gómez

La clau es, sin duda, una obra dura, impactante y, sobre todo, necesaria en esta época que vivimos. Sales del teatro completamente destrozada, triste… da voz a un problema demasiado actual y vigente como es la violencia de género.

Paula Úbeda, la escritora y directora, para la creación de este montaje, contactó con diferentes colectivos de víctimas de violencia de género, para plasmar sus testimonies sobre el escenario. Esta propuesta, ejecutada por Malatesta Teatre, obtuvo el reconocimiento al mejor texto y mejor obra en el concurso de microteatro de Enguera.

La obra es escenificada por dos mujeres: mientras que una encarna a la protagonista, Carme, una mujer maltratada que va a compartir con el público su historia, la otra da voz a su conciencia y a un sinfín de personajes secundarios (su marido, el cura, el juez, la amiga en prisión, etc.).

La acción dramática gira en torno a la cotidianidad de una mujer maltratada y pasa revista a las situaciones que la han llevado a su situación actual, encerrada en la cárcel por haber dado muerte a su marido. A medida que avanza su historia, sabremos que lo hizo para salvar su vida y la de su hijo pequeño. Se escenifican los gritos, chantajes y celos, las prohibiciones por “protección” y las amenazas, los empujones y bofetadas, y el perdón… La obra muestra la culpabilidad que siente Carme, sus pensamientos, las autorecriminaciones y justificaciones que legitiman los abusos que está viviendo. No debemos perder de vista, que, aunque el caso de Carme es ficticio, podría ser real, todas estas escenas están escritas a la luz de experiencias y casos de mujeres reales, y resulta por ello muy verosímil.

Un momento muy significativo es cuando ambas actrices comienzan a gritar nombres de mujeres reales, y van explicando su historia, cómo fueron asesinadas. Esta enumeración va acompañada del sonido de tambores de Semana Santa que contribuyen a crear un ambiente tétrico, fúnebre y macabro. Estas escenas que se repiten en varios momentos de la obra, remueven el alma y erizan la piel del espectador, crean una sensación asfixiante y le violentan para que tome conciencia de lo que todavía sucede a día de hoy.

Otros temas presentes en la obra son la condena social que se inflige a la protagonista, acusada por doble asesinato, de su marido y de su hijo. Pese a que el cuerpo de este último no ha sido encontrado, la sociedad da por hecho que es la responsable. Con el hijo se introduce otra categoría de víctima de la violencia de género invisibilizada hasta hace poco. El niño se hace pis cada vez que su padre llega borracho a casa, le tiene miedo. En una escena, Mario, el marido y padre, amenaza con hacer daño al niño la próxima vez. Este será el desencadenante que lleva a Carme a pasar a la acción.

El decorado está compuesto por un círculo blanco hecho con sábanas atadas con nudos. Dentro encontramos una mesa, la caja de madera que aparece junto a ella será utilizada en diversos momentos para hacer sonar los golpes que recibe Carme, también hay de fondo un baúl. El decorado es sencillo pero efectivo: este círculo representa la condena en que vive sumida la protagonista, bien por un matrimonio opresivo, bien por haber asesinado a su marido en defensa propia, pero también la condena que le inflige su propia conciencia. No es casual que en varios momentos repita “por mi culpa, por mi gran culpa”.

Ambas actrices van vestidas igual: manoletinas negras y un vestido gris, cerrado con botones. Este me recordó al hábito de las monjas. Y no creo que esto fuera casual: en la obra se habla mucho del catolicismo y se deja entrever su contribución a la perpetuación de la sociedad machista y heteropatriarcal.

La banda sonora va totalmente acorde con el tema central: escuchamos al comienzo “La puñalá”, una canción de Gorka Capel, compuesta ex profeso para este montaje, más adelante “Juro que” de Rosalía, una canción que nos habla de la cárcel, de la desesperanza por la que pasa Carme en su encierro. La iluminación es también muy efectiva: luces rojas para las escenas de violencia, azules-verdosas cuando habla su conciencia, creando así una atmósfera onírica y fantasmal, luces oscuras en los momentos en que se confiesa con el cura y de un blanco celestial cuando descubrimos la dolorosa verdad acerca de su hijo.  

La obra recibe el nombre de “La Clau” porque Carme lleva durante toda la obra en el cuello la llave del baúl donde está el cadáver de su hijo. Finalmente, cuando Carme es liberada tras treinta años de condena, ve el baúl y recuerda que escondió ahí a su hijo para protegerlo del padre. Este debió morir ahogado en su encierro, desmintiendo así el juicio y relato social que había condenado a Carme como filicida. En definitiva, es una obra muy necesaria de la que sales con el corazón en la mano.

Sala Matilde Salvador – Universitat de València, 24 y 25 de noviembre de 2021

Guión y dirección: Paula Úbeda; Asesoría en la dirección: Paula Llorens; Vestuario: Pascual Peris; Traducción: Teresa Llácer Viel; Técnico de sonido: José Sebastía; Diseño gráfico: JSNET Informática; Canción «La puñalá»: Gorka Capel; Fotografía: José Sebastiá; Vídeo: Senina Moreno; Producción: Malatesta Teatre

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