Gabriela Tomaszewska.
En la programación de diciembre en Teatre Talia apareció ‘La Ratonera’, una nueva reinterpretación del espectáculo basado en ‘3 ratones ciegos’, una de las novelas, de la famosa Agatha Christie. El primer estreno tuvo lugar en 1952 en Londres, y desde entonces ha permanecido en la escena durante las tres décadas siguientes, batiendo así el récord mundial. Además, su exhibición ha llegado a más de 90 países. En España, entre otros, ya ha aparecido numerosas ocasiones en los escenarios de los teatros de Madrid y Barcelona. En estas circunstancias, cuando puede parecer que el tema ya se ha agotado, se crea ahora otra versión: ¿para qué? El director de la nueva representación, Ignasi Vidal, responde: «Justamente para dar al público una visión diferente de este clásico de Agatha Christie, un reto demasiado jugoso para no afrontarlo. Buscar un lenguaje actual en esta historia, conseguir la agilidad a través de una estructura moderna sin cambiar ni el carácter, ni el fondo de esta función legendaria […] ». « Me ha interesado una propuesta ágil, que al espectador no se le dé el tiempo suficiente para pensar con claridad, para mantenerlo siempre confuso, que es justo lo que les sucede a los personajes de La Ratonera. Mi intención es atrapar al espectador y hacerles vivir el terror y el nerviosismo que sienten los propios los personajes », añade. Ahora ocurre la pregunta si la obra realmente cumple estos objetivos. ¿ Merece la pena ir al teatro para averiguarlo?
Giles y Mollie Ralston, un joven matrimonio, abren una casa de huéspedes, nombrada Monkswell, en las afueras de Londres. Aún no saben bien, cómo funciona este negocio, pero intentan estar a la altura de las circunstancias a toda costa. Sin embargo, los misteriosos y excéntricos huéspedes no son el único problema al que se van a tener que enfrentar: se enteran de que entre sus clientes se esconde un asesino que pretende cometer nuevos crímenes en su casa. Además, pronto todos quedan atrapados en la mansión, por causa de una gran nevada, que les deja completamente aislados del mundo. A partir de ahora, intentarán impedir una tragedia y descubrir quién es el asesino. Pero antes de que eso ocurra, conoceremos a sus huéspedes, que al principio son cuatro. La primera en presentarse es la señora Boyle: una distinguida dama de mediana edad, algo seria y muy crítica con el servicio. El siguiente personaje es Christopher Wren: un hombre de unos veinte años, de aspecto un poco descuidado y artístico; sus movimientos parecen un poco afeminados y su conducta hiperactiva; dice que es arquitecto. De los otros dos, de la señorita Casewell y el comandante Metcalf, sabemos lo mínimo. Ella tiene unos treinta años, su actitud es bastante hombruna; no dice a qué se dedica. Él tiene una edad similar a la señora Boyle; es un militar jubilado lo que se refleja en su modo de estar, ya que es extremamente serio y callado. Mientras tanto, llega a la casa un huésped inesperado, el señor Paravicini, un hombre de edad avanzada. Sin dificultad se ve que es un extranjero, puesto que es más moreno y habla con un fuerte acento italiano, a veces confundiendo las lenguas. Dice que iba a quedar con un amigo, cuando su coche se averió en la carretera y ahora necesita un lugar donde esperar a que pase la nevada. Poco después, la esposa Ralston recibe un llamada de la comisaría, pero la conexión se corta y no sabe de qué se trataba. No obstante, empieza a sentir cierta ansiedad que se va desarrollando en ella por el extraño discurso del señor Paravicini que de repente empieza a preguntarle cuánto sabe de sus visitantes y si consigue, a pesar de eso, dormir tranquilamente. Según él, en una casa de huéspedes no se puede conocer ni al pasado ni al verdadero nombre de nadie, ya que eso se puede fácilmente inventar, y, por lo tanto, cualquiera persona puede ser un delincuente, un psicópata o, incluso, un asesino. En aquel momento, sus divagaciones se ven interrumpidas por la llegada del último ‘huésped inesperado’ que se presenta como sargento Trotter. Resulta que fue él quien llamaba antes de la comisaría, y que fue enviado a la mansión, donde, según la Policía, está la persona responsable de asesinato una mujer en Londres. También, cuenta los probables motivos de este crimen, es decir, la historia de la granja: años antes, en una granja cercana a la mansión, donde hace muchos años tuvo lugar un caso de maltrato infantil. Una pareja adoptó a tres niños, una chica y dos chicos. Pronto, el más pequeño murió por los fatales condiciones en que vivían. Los esposos fueron encarcelados. Uno de ellos falleció en la cárcel, no obstante, la mujer consiguió salir antes y cambiar el nombre. Fue ella quien fue asesinada hace una semana en Londres. Se supone que uno de los dos hermanos o su padre biológico busca venganza años después. Además, el asesino dejó pistas que indicaban donde iría a buscar a sus próximas víctimas: Monskwell, como el lugar donde hay más personas vinculadas con el caso de la granja, y la canción infantil sobre tres ratones ciegos.
Originalmente, la historia se desarrolla en la Inglaterra de los años cuarenta del siglo pasado. Sin duda, la adaptación de Vidal tiene lugar en los tiempos contemporáneos, más concretamente en 2023. Nos damos cuenta de ello no sólo por la escenografía y el vestuario moderno: se ha introducido un estilo casi totalmente informal y chistoso en los diálogos. También, hay detalles muy significativos: los esposos Ralston se conocieron a través de una aplicación de citas; señor Ralston se queja de los precios de energía provocados por la guerra en Ucrania; Christopher menciona que aprendió a cocinar la tortilla en España durante su estancia del programa Erasmus y, además, habla abiertamente de su homosexualidad; el señor Paravicini se dedica a vender los últimos gadgets tecnológicos.
Como admite la ayudante de dirección, Paula Braguinsky, no vamos a ver «una ‘Ratonera’ de alta comedia, sin matices y con personajes clichés; son personajes llenos de grises, con muchas capas, que podemos reconocer como seres humanos, con su fondo y su corazón »[ii]. Es cierto: los personajes parecen más humanos con sus bromas, reacciones espontáneas y emociones desenfrenadas. Aun así, eso no garantiza que esté representada la profundidad psicológica de los personajes. Esto es una tarea particularmente difícil debido al ritmo que se ha impuesto a la obra: muy violento, ya que después de las primeras escenas, no hay más secuencias en las que el público pueda recuperar el aliento. Aunque casi cada uno de los ocho personajes tiene una ocasión de confesión o reflexión, es problemático tomarlo en serio, entre carcajadas y momentos de auténtico horror. En mi opinión, sólo dos actores consiguieron que sus personajes tuvieran un carácter verdadero: Lola Moltó (la señora Boyle) y Diego Braguinsky (el señor Paravicini). En el caso del resto, me dio la impresión de que basaban sus interpretaciones únicamente en fuertes emociones, ataques de histeria o de ira.
Obviamente, la escenografía e iluminación reflejan excelente el terror de la obra. El decorado representa el moderno interior de la casa. Seguimos todos los acontecimientos desde un amplio salón, del que parten, como suponemos, pasillos hacia otras habitaciones de los huéspedes y hacia la cocina. Esto hace que el espectador se sienta realmente atrapado, junto con los personajes, y se puede imaginar su pánico a estar en un espacio tan limitado con un asesino. La sensación de pavor y frío crece con la visión de la nieve, que cae sin parar detrás de la enorme ventana, y en los momentos, cuando la única fuente de la luz es el fuego de la chimenea.
La obra cumple los propósitos del director: hace el público sentir el horror que viven los personajes y no les da tiempo a pensar una posible solución del misterio. Además, la actualización de la historia nos permite entenderla mejor, vivirla como algo más real. No obstante, este espectáculo nos proporciona un puro entretenimiento, y eso está bien para alguien quien lo busque, porque saldrá del teatro satisfecho. Pese a todo, no puedo evitar la sensación de que esta pieza tenía potencial para ser algo más. En todo eso, en la rapidez de la acción, con demasiadas bromas, etc., se perdió unas reflexiones muy interesantes, que están presente en la obra original de Agatha Christie: si uno puede escapar de su pasado, si se puede conocer a alguien tal como es, si todos tenemos máscaras. Evidentemente, eso no es lo que más caracteriza a una obra de misterio y terror, destinada a ser un espectáculo comercial. Pero en mi opinión la inclusión de estas preguntas no restaría en absoluto su valores de ocio.
Teatre Talia, del 13 de diciembre al 28 de enero de 2024
Autora: Agatha Christie; Dirección: Ignasi Vidal: Ayudante de dirección: Paula Braguinsky; Intérpretes: Rebeca Valls / Lara Salvador, Jordi Ballester, Lola Moltó, Ferrán Gadea, Àngel Figols, Diego Braguinsky, Vanessa Cano, Bruno Tamarit.
[i] La Ratonera del 13 de diciembre al 28 de enero de 2024 | Teatre Talia
[ii] «La Ratonera»: El enigma hecho teatro en València (levante-emv.com)