Héctor Ángel Rincón Camargo,
El lector por horas en el Rialto y Ay Carmela en el Talia. Dos teatros que configuran dos caras de una misma en Valencia. A cinco minutos de distancia, en medio de la historia de una arquitectura de la mitad del siglo veinte, entre el Ayuntamiento y la Catedral . Dos caras de Sanchis una, su versión más ecléctica y personal, de juegos narrativos e interpretaciones de ese ahora solitario ejercicio de lectura y la otra, la histórica, más española, más nostálgica quizás, que rememora un pasado que no se va y de pronto ya no existe.
Las dos historias evidencian la soledad y una profunda persistencia del pasado en un oscuro presente triste y fantasmal. Los personajes sobreviven, tratan de resolver y paliar la ausencia. Han dejado atrás las expectativas, la posibilidad de vivir de nuevo, de ser otros. En el Lector por horas, dirigida por Carles Alfaro, Lorena interpretada por Mar Ulldemolins lo ha perdido todo con sus ojos; en Ay Carmela, dirigida por José Carlos Plaza, Paulino, encarnado por Joaquín Notario representa en su memoria a Carmela, el fantasma que no se va y rehace la escena de una España dominada por el miedo.
El Rialto, un espacio cultural público, al estilo Art decó, construido en los treinta. Sobrio, con una distribución muy particular: una music hall en la planta baja, perfecto para tomarse un café, un vino o una cerveza, perfecto cuando no conoces a nadie y quieres esquivar las miradas, con escaleras largas y en espiral que dan la bienvenida a las plantas de ingreso a la sala de teatro. La primera vez al cruzar, la taquilla, imaginaba que estaba entrando en una escena de película en uno de esos cines antiguos, y claro, El Rialto es uno de esos cines.
El Lector por horas, propone desde el espacio sonoro y la iluminación la opacidad y la pérdida de la visión. El universo de la protagonista, Lorena, se exterioriza desde lo plástico de la puesta en escena. Escenas donde solo pueden verse los rostros y percibirse los cuerpos moverse por el espacio y tropezando con los muebles de una casa, como reflejo de la ceguera y el interior fde ella. Aunque es un poco extraño que en los cambios de escena se nombren en un pronter cada novela de las que Ismael, el lector por horas, ha escogido leer para ella. Parece ser apremiante dar a entender del autor de quién se habla, hacer explícito lo que se devela en el subtexto que desata las reacciones de la protagonista a medida que se desarrolla la trama. Eso mismo sucede con los efectos sonoros a las voces, a los interludios del piano y a los sonidos que refuerzan el dramatismo de las escenas. Exploración sonora que da cabida a los finales e inicios de escena donde Lorena nos instruye en el piano y da fuga al crescendo de sus emociones. No deja de ser una trama intrigante: un escritor fracasado lee para la hija de un empresario prepotente y controlador, con la condición de que sus lecturas sean carentes de toda emoción, sin ningún rasgo interpretativo en su voz. El escritor se ingenia la forma de dialogar con ella por medio de los argumentos y conflictos internos de las novelas. Para un amante de la lectura puede ser un obra estimulante: Lorena se identifica con Emma Bovary, interpela a su padre, Celso, por la sugerencia de la muerte y la descripción fatalista de la mujer en Relato soñado ; es allí donde descubre que Ismael ha influido en ella a través de las lecturas, claro, con el supuesto de que éstas tengan injerencia en la realidad. Injerencia también del padre sobre su hija que exige libertad y autonomía.
Caminando hacia el norte, no muy lejos se puede encontrar El Talía, un teatro que guarda en su historia cerca de cien años, instalado en la Asociación Casa de los Obreros San Vicente Ferrer, construida por Francisco Javier Goerlich. Si se googlean sus diseños, se pueden hallar construcciones que sobresalen y caracterizan la estética valenciana en sus calles. Las casualidades de la vista ayudan a la imaginación. El Talía, como teatro a la italiana, refuerza la propuesta de pasado con el espacio escénico de Ay Carmela, llena de colores ocres y nostalgia. Decorado y cortinas derruidas. Tres enormes banderas, una de España, una italiana y la otra, de la Alemania nazi. El juego de los símbolos con la nostalgia de la pareja: Carmela y Paulino lo soportan todo. Dan cabida al pasado. A las banderas nazis y españolas. Más allá de percibirse el nacionalismo se resiente la nostalgia de un mundo de ayer y de una utopía que no se conoce y agoniza en el presente.
¿Qué se entiende del pasado? ¿el presente es la ucronía de un pasado truncado de una república de la que nadie se acuerda? Parece que lo que ha quedado es la melancolía, El caminar de los soldados con la mítica canción ¡Ay Carmela! de fondo. Regresa Carmela y regresan números torpes. Una simulación continua donde los espectadores perciben el patetismo como vigilante falangista y como compañía del patetismo de los personajes. Simulan lo evidente, simulan ante un público que lo nota todo o ante unos oficiales que son torpes y no quieren nada. Oigo una voz en medio de la obra, al escuchar cantar a Carmela, a la actriz, María Adánez: Tan maja. No sé quién es ella, pero canta. Su presencia llena al Talia. Llena el vacío que ha dejado la muerte de Carmela en Paulino, encarnado por Joaquín Notario. El contraste del destape como desencadenante de la muerte de Carmela a manos falangistas, el destape como movimiento de la transición, momento en el que se surge la obra. Una obra que le habla al presente, de identidad acaso, de olvido, de las parejas, de la soledad, del teatro, de la idea de mujer y transformación.
No sé quiénes son los que llegan al teatro. Pero me inquieta que no pueda saberlo. Percibo que en Valencia la clase media es más grande. A los teatros se acercan familias, personas mayores, las sillas ocupadas casi en su totalidad, el humor situacional, escatológico, despreocupado. Sobresalen las risas de los espectadores por los juegos cómicos que establecen entre los personajes para sobrellevar el patetismo de sus vidas. Aunque me parece un poco triste que otros teatros cierren, he visto Querencia en el teatro Ultramar, un espacio más pequeño, y he notado que allí quienes lo frecuentan se conocen, se saludan de doble beso, hablan de la familia, se toman un café en el bar de al lado y comparten grandes carcajadas cuando se ven reflejados en escena.
El lector por horas: Teatre Rialto, del 10 al 19 de noviembre de 2023
Intèrprets: Pep Cruz, Pere Ponce, Mar Ulldemolins; Autoría: José Sanchis Sinisterra; Direcció: Carles Alfaro; Escenografia: Carles Alfaro Luis Crespo; Il·luminació: Carles Alfaro; Vestuari: Nídia Tusal; So: Oscar Villar; Composició musical: Joan Cerveró; Vídeo: Francesc Isern; Caracterització: Núria Llunell; Fotografía/ Video promocional: Kiku Piñol; Fotografía d’quip: Nani Pujol; Ajudantia de dirección: Iban Beltran; Agraīments: ONCE Catalunya; Coproducció: Sala Beckett, Teatro la Abadía, Institut Valencià de Cultura; Col-labora: Festival de Otoño.
¡Ay, Carmela!: Teatre Talia, del 29 de noviembre al 3 de diciembre de 2023
Intérpretes: María Adanez y Joaquín Notario; Dirección: José Carlos Plaza; Asistentes de dirección: Steven Lance Ernst, Álvaro Pérez, Bruno López-Linares; Ayudante de dirección: Rocío Vidal; Fotografía: Marcos GPunto; Coreografía y voz: Ana Cristina Mata; Música: Víctor Elías y Javier Vaquero; Diseño vestuario: Gabriela Salaverri; Escenografía e iluminación: Javier Ruiz de Alegría; Imprenta y diseño gráfico: Gráficas Isasa; Transporte: Transportes Castillo; Peluquería: Marta García; Realización vestuario: Paloma de Alba; Tinte y ambientación: Taller María Calderón; Realización decorados: Zvonimir Ostoic; Sastrería: Luis Delgado; Sonido: Juanjo Cañadas; Maquinaria y regiduría: Kike Hernando; Iluminación: Eva Sáez; Dirección técnica: Celso José Hernando; Gerencia: José Casero; Productores: Celestino Aranda y Jesús Cimarro; Una producción de Producciones Faraute y Pentación Espectáculos
Excelente artículo de un recién llegado a la Península, su capacidad de traducir en palabras los hechos y circunstancias que lo rodean lo hacen más valioso de lo que uno se imagina. Sigue creciendo estimado Héctor.
Estupenda reseña. Estilo elegante, a veces difícil, pero no oscuro. (Tengo la idea de que se pasaron algunos errores de transcripción) El Lector por Horas en el Rialto deja ver no solo la obra y la puesta en escena, un poco redundante, sino el espacio del teatro que ya imaginamos a la distancia. (Escribimos desde Colombia) Como imaginamos también la ciudad de Valencia. Bella la escenografía descrita de Ay Carmela. Veo y oigo a la ‘tan maja’ María Adánez y la vigencia de esa historia relacionada con el falangismo, ahora y en su estreno. Y finalmente esa clase media, un bello público para el teatro, que no habría de desaparecer.