Defender la alegría desde todas las trincheras: «Desobedient», de Atirohecho

Belén Llusar Ferrer.

El 22 de marzo de 2025 se estrenó en Espai Inestable Desobedient, la primera obra para público infantil de la compañía valenciana Atirohecho. Con Carla Chillida y Elías Taño a la cabeza, esta se autodefine como compañía de teatro político, y uno de sus principios es “rescatar la aproximación y el interés hacia los trabajadores, hacia los protagonistas de la historia”[1]. No dejamos de apreciarlo en esta obra, con la novedad de que aquí el protagonismo, la agencia, las voces, las ideas… parten de los niños. Pese a que en la promoción en RR.SS. insistían en la importancia de la asistencia de público infantil, quienes más necesitados están de empaparse de este montaje, en mi opinión, son los adultos.

La historia parte de una niña que acata todo aquello que le imponen sin cuestionar nunca por qué, y se nos representa cómo, a partir de conocer a dos amigues[2] que han decidido no participar del universo de reglas de los mayores, su manera de comportarse cambiará radicalmente, entendiendo que la vida no tiene por qué basarse en una sucesión de sacrificios por lo establecido. Más que de una trama lineal, podríamos hablar de un conjunto de escenas en las que la Niña obediente se embebe progresivamente del espíritu rebelde y crítico de les niñes. Estos “cuadros” son conducidos por la cuarta persona en escena: la narradora/madre. Aparte de encarnar el estereotipo de adulta, que alienada por el estrés y las exigencias del capitalismo ha perdido toda creatividad y alegría, este personaje resulta muy interesante, pues interactúa con el público llevando a que Desobedient se acerque a un espectáculo de Artes Vivas; así, su espontánea audiencia tuvo interacciones improvisadas que contribuyeron al desarrollo de la obra en su plena esencia, lo cual la “cercanía” del espacio escénico de Inestable también propicia. La manera en que la madre pasa de narradora interactiva a personaje lleva a romper la barrera de la ficción: creo que es una forma en que los niños pueden entender que la historia de la Niña obediente puede ser tan real como la suya.

Dentro de estas escenas, encontramos bailes, canciones, podríamos decir incluso performances, algunas con una impronta prácticamente surrealista, como el sueño de la protagonista donde una de las actrices aparece en zancos mientras se reproduce un bucle del discurso del niño de Tiempos modernos de Charles Chaplin, o el mitin en defensa de un mundo sin “señoros”, donde la Niña empieza a cuestionarse por qué siempre tiene que haber alguien que mande. Aunque hubo momentos que se me hicieron algo inconexos o arbitrarios (por ejemplo, la escena que se basa en tirar agua sobre unos paraguas), entiendo que forman parte del juego y que pueden resultar especialmente atractivos para el público objetivo de esta producción. Quizá estoy siendo una adulta aburrida más al tratar de explicarlos desde una lógica cerrada.

La llamativa puesta en escena es sin duda una de las claves de Desobedient. El protagonismo se lo lleva un “libro” que abarca el fondo de todo el espacio escénico, del que se van pasando páginas conforme cambian las escenas. Nos sitúa espacialmente (en casa, en el parque, en un sueño…) a la vez que las actrices interactúan con él y, al igual que el vestuario y otros elementos del atrezo, llena la sala de color. Todo está cuidado al detalle para contribuir a crear un ambiente libre y desligado de las convenciones adultas, visual y sonoramente muy impactante, que cautivará a pequeños y mayores; sin dejar de haber guiños hacia estos últimos, como el martillo y el pico que se entrelazan cuando están sacando juguetes del baúl.

El último juego de les niñes es un clásico, jugar a ser mayores. Así, se representa un mundo que, al abordarse desde la mirada de quienes no lo comprenden y lo imitan exagerando todas sus incongruencias, nos hace desautomatizarlo y tomar conciencia propia de lo absurdo y profundamente injusto que es. Para acabar, se escenifica el momento en que la madre accede a jugar con su hija y les nueves amigues. La escena se tiñe de ironía en una carnavalesca inversión de papeles: les niñes, inmersas en su papel de adultas, tratan con sorna y paternalismo a la madre, parodia que subraya cómo solemos juzgar e invalidar los sentimientos y opiniones de los niños. La madre estalla en una temida rabieta, situación que termina con todas las actrices desapareciendo de escena, y nos encontramos con que el libro-telón pintado se ha quedado en blanco. La adulta se ve obligada a volver al escenario, pero aquello de continuar la historia sin que esté escrita se le hace cuesta arriba, así que una voz en off infantil sale a su rescate, animando a les niñes espectadores a que sean elles quienes terminen este cuento.

Durante el aplauso final se les reparten unas libretas, pero podemos interpretar que la invitación no es a que escriban un desenlace, literalmente (aunque también); sino a que, como la Niña obediente, dejen de ver la vida como un conjunto de reglas que seguir (de rajoles amb les que vaig construïnt el meu brillant futur) y la empiecen a ver como un presente en el que poder disfrutar, quererse y jugar. Partiendo de esta reflexión, se cuestionan también las reglas de las estructuras en las que se basa nuestra sociedad, aquellas que van contra lo obvio del universo que las protagonistas diseñan, donde no hace falta trabajar más ni que mande nadie, simplemente repartirse. Es por esto que antes puntualizaba que quienes que más necesitan el mensaje de la obra son los adultos: el sello de Atirohecho se estampa en una producción para toda la familia, que nos hace preguntarnos en qué mundo queremos educar a las generaciones (más adecuado que decir futuras) presentes.

[1] A Tiro Hecho – granersdecreacio.com

[2] Críticas también con la “tontería adulta” de la dualidad de género, les amigues invitan a la Niña obediente a que no se pregunte si son niño o niña, defendiendo que ellas son niñes (xiquetis en la obra).

22 y 23 de marzo de 2025, Espai Inestable.

Creació i interpretació : Alejandra Mandli, Claudia Monleón, Margarida Mateos i Carla Chillida; Direcció : Carla Chillida; Dibuixos: Elias Taño; Escenografia i vestuari: Atirohecho; Música: Carlos Mitrofan ; Il·luminació: Carla Chillida; Producció: Atirohecho

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